La adopción de "nuevas" tecnologías: el ejemplo de la rueda
Leí hace poco un curioso libro, Una historia política de la rueda
de Raphaël Meltz. El libro es de esos que se leen de un tirón pues está
escrito como una novela policíaca. No se trata de uno de esos pesados
libros académicos que cuente la historia de los cambios políticos
asociados al desarrollo de las tecnologías ligadas a la rueda de pé a
pá, aunque algo se dice de ellos, sino de otra cosa, de un libro
centrado en una cuestión: la del porqué de que haya habido no sólo
pueblos sino enteras civilizaciones, como las precolombinas, que no han
utilizado la rueda.
Que los pigmeos de la selva del Ituri no
hayan inventado o usado la rueda o que tampoco hayan hecho uso de ella
los aché de las selvas del Paraguay no es un enigma. Lo es, sin embargo,
y muy grande el porqué ni incas ni aztecas que crearon con el uso de
grandes ejércitos grandes imperios con grandes ciudades imperiales
repletas de construcciones increíbles para las que tenían que mover de
un lado a otro y de abajo a arriba pesadísimos bloques de piedra no
usaran de ruedas. Sin ruedas, a nosotros hoy, no cabe maginar ejércitos y
ciudades y civilizaciones complejas. Es una tecnología simple, barata y
utilísima.
La respuesta que da Meltz a este enigma es muy sugerente pero -al menos para un economista- equivocada por no decir falsa de solemnidad.
Para Meltz el que las civilizaciones precolombinas no usaran de la
rueda fue fruto de una elección colectiva de raíces filosóficas. Se
diría que, para él, incas, aztecas y demás pudieron gracias a un "túnel
del tiempo" entrar en una moderna librería y tuvieron así acceso a las
obras de los modernos tecnófobos: Lewis Mumford, Jacques Ellul, Ivan
Illich, Unabomber, John Zerzan,...y de ellas extrajeron la
idea de que usar la rueda era dar el primer paso que les conduciría a
donde la civilización occidental está ahora: al borde de la catástrofe
ecológica y a la ruina espiritual. Pues sin duda, sin la rueda no habría
capitalismo industrial y todo lo que de él se deriva.Dice Meltz textualmente:
"Ellos, por lo tanto, esta gente antes de Cristóbal Colón, estos
hombres que aún no han sido golpeados por Occidente, su viruela, sus
caballos, su estupidez, su carrera por el progreso… Esta gente que
pensaba que no tienes que ser el más eficiente, más rápido, más rentable;
que podrían haber pensado que el crecimiento económico… no es
obligatorio…, que un camión con mercancías no trae la felicidad, que un
auto de lujo no es necesariamente un signo de vida exitosa —ellos, estos
pueblos, fueron derrotados por otros, por "nosotros", por aquellos que
creen en todo esto—."
Y, por ello, sabiendo de antemano
(aunque no se sabe nada bien cómo) las consecuencias políticas y
espirituales del uso de la rueda, esos pueblos tan " sabios", aún
conociendo la rueda porque no eran tontos, no permitieron su uso salvo
en juguetes infantiles.
¡Oh! ¡Cómo me gustaría que esta
"explicación" fuera cierta! Pues he de confesar que los tecnófobos me
caen muy bien, que no le tengo mucho aprecio al ciego desarrollo
tecnológico, y que me dan, no miedo sino pánico, los últimísimos
"dones" que Prometeo, ese supuesto benefactor de la Humanidad,
le ha robado a Zeus y nos ha traído: la Inteligencia Artificial, la
tecnología del control genético.
Pero es que esa idea de que los
aztecas no eran "buenos salvajes" sino unos más que "buenos
civilizados" es un cuento de hadas. Y, además, estúpido, tonto. Es
enteramente absurdo pensar que no usaran de ruedas por ideas filosóficas
que sólo han surgido tras el desarrollo de civilizaciones que han usado como tecnología primordial de las ruedas para todas sus actividades.
Pero, sin embargo, tampoco es enteramente convincente la explicación materialista del enigma. Es aquella que defendió in extenso Jared Diamond en su Gérmenes, armas y acero. Para Diamond, la inexistencia en América de animales de tiro, equiparables a los equinos y los bueyes, salvo la llama que "no tira mucho", hacía de la rueda
una tecnología menos atractiva que en las zonas donde caballos, mulas,
bueyes y hasta camellos pueden tirar y arrastrar carretas con cargas
pesadas.
Pero esta "explicación" de Diamond, no es nada
convincente. Parecería que Diamond nunca habría tenido que transportar
nada, y no habría tenido por ello que dar las gracias a todos los
dioses y santos imaginables por la existencia de algo tan sencillo y
pedrestre como una carretilla, con su adosada ruedita. Cierto, la
ausencia de animales de tiro disminuye en cierta medida la eficacia, la
productividad del uso de las ruedas. Pero sólo en algo. Y es que los
seres humanos también podemos ser y hemos sido muy versátiles animales de tiro,
"bestias de carga", así de simple,. Y para disminuir nuestro esfuerzo
sea cual sea nuestro trabajo, aunque sea el de animales de tiro, nada
mejor que unas ruedas.Y, además, no usar de las ruedas implica también no usar de poleas, cabrestantes y otras tecnologías para usar pesos.
Así
que el enigma del porqué "los" precolombinos no usaron de la tecnología
de la rueda tan útil y productiva, al menos en sí misma, sigue siendo
tan enigma como siempre.
Voy, sin embargo, aquí a arriesgarme a
aportar una "solución" al mismo. Una solución que Meltz podría haber
incorporado en su libro śi su "buenismo" indigenista no le hubiera
enceguecido, pues también es una explicación de tipo "político".
El
caso es que, tras leer a Meltz, recordé algo que se contaba en otro
libro que había leído hacía tiempo. Se trataba de la auténticamente maravillosa historia de la vida cotidiana, En casa. Una breve historia de la vida privada
de Bill Bryson, y era que la gente bien europea no tuvo la menor prisa
en instalar sistemas de cañerías para llevar el agua corriente:
"En
Europa...los ricos se mostraron inesperadamente reacios a incorporar
los cuartos de baño en sus vidas. "Los cuartos de baño son para los
criados", resolló un aristócrata inglés. O tal y como el duque de
Doudeauville respondió con altivez cuando se le preguntó si instalaría
cañerías en su nueva casa: "No estoy construyendo un hotel"".
Sencillamente, esa gente bien
disponía en sus mansiones de un ejército de esclavas (y subrayo lo de
esclavas) trabajando de sol a sol para satisfacer sus más mínimos
deseos. Si querían lavarse, eran ellas las encargadas de calentar el
agua en la cocina y subirlas a los dormitorios de los pisos superiores
para rellenar las bañeras. Teniendo criados y criadas, ¿para qué
instalar entonces un sistema de agua corriente? Eso era algo para
quienes no podían permitirse tenerlos. Así de simple. Además, el que las
criadas tuviesen que hacer el penoso trabajo de subir y bajar cargadas
como mulas las escaleras servía, adicionalmente, para manifestar, para
exponer o expresar, su baja posición social a la vez que manifestaba,
exponía u expresaba, la alta posición social de sus empleadores.
Dos
y dos, cuatro. Y si la no utilización de la rueda en las civilizaciones
precolombinas, tan jerarquizadas ellas, pese a sus ventajas obvias para nosotros,
tuviese como razón última el que facilitar la vida a los "de abajo" en
el imperio azteca o inca en nada beneficiaba a los aristócratas sino
que, además, les afectaba negativamente pues el valor de su regalada
vida para quienes tienen una elevada posición social se ve disminuido de
alguna manera si los "de abajo" sufren menos, si su vida es menos
infernal.
Y la moraleja está clara. En esto de la adopción de
nuevas tecnologías no sólo juegan factores técnicos, sino muy
fundamentalmente, factores económicos, políticos y sociales. Y esto vale
para la rueda, pero también para la IA, las tecnologías que alargan la
vida o las que alteran el código genético
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